jueves, 31 de mayo de 2018

domingo, 20 de mayo de 2018

ya vuelves...

y como cada año, ya vuelves
las fechas que marcan el calendario
también han marcado mi vida
ya vuelves, y no porque estés aquí
sino porque te siento cerca por tu cumpleaños
sabes, cada año te escribo desde el día que te perdí,
y pienso un día poder recitarte todos tus poemas en persona
y decirte cada palabra que con tanto cariño te escribí
y vuelves, porque de mi mente no se olvida
que cada tarde 2 niños al parque salían
jugaban con la bicicleta, y lanzaban balones
a una canasta de basquetbol que ahora ya nadie usa.
dicen que uno vuelve a los lugares donde amó la vida
y yo quisiera volver a ti, pero no te encuentro
y aún así, vuelves,
a aparecer en mi alma y mis deseos
a veces me despiertas del sueño
y otras veces me duermo en tu recuerdo.

pero estas fechas ya están cerca de ti
y muy lejos de tu nacimiento
pero me recuerdan que te conocí, que existes,
y aunque no sé donde estás,
yo sé que mucho me quisiste.
"mira en que problema estoy,
buscando tu reemplazo,
que tenga tu color de piel
y el fuego de tus brazos,
tus ojos y tu misma voz,
todo lo tuyo igual"
porque no he visto de nuevo a alguien,
que su piel haga magia con un vestido blanco,
que escuche mis poemas,
que camine de mañana conmigo,
o que me espere tanto.
ya vuelves,
porque cada 66,
me pierdo pensando en tu poesía,
en tus recuerdos y tu voz.
y así lo seguiré haciendo vida mía,
hasta que podamos estar juntos,
como cuando niños , de nuevo, los dos.
karr93

DEL AMOR Y OTRAS LLUVIAS 7

CAPITULO  7

A Sandra el cabello le olía a frutas del bosque. Siempre estaba cambiándose el flequillo de lado o acariciando las puntas con sutileza. Toda la habitación se invadiá por aquel aroma, de un modo tan intenso que se te impregnaba en la piel. Cuando acababa la sesión tenías aquel perfume tan dentro de los poros que parecía que habías estado follándotela toda una vida. Parabas a tomar un café de camino a casa y su perfume hacía que la soledad no tuviera memoria, llegabas a casa y el olor pegado en la camisa te decía su nombre tantas veces, que a veces la punta de mi lengua tenía que responder por ella. Su olor era el modo de estar con ella sin estarlo, de sentir para ella sin sentirla, de tener sin tenerla, de besar sin besarnos, de ganar aún perdiendo.

- ¿Alguna vez has pensado en la muerte? Preguntó rompiendo el patrón de preguntas casi correctas que había seguido durante las primeras citas.

- Siempre pienso en la muerte. A cada hora pienso en ella, aunque curiosamente nunca en la mía. Contesté.

- ¿Matarías o te matarías por amor?

- Matar y amor son dos palabras que no deben ir en una misma frase, son totalmente contradictorias. Nadie mata por amor se mata por odio o por egoísmo. Se mata por miedo y se mata por poder. Cuando en la tele un hombre ha matado a su mujer porque ya ella no le quería no la mata por el amor que no le da a él. La mata por el amor que puede darle a otro y según él, le pertenece.

Sandra me observaba atentamente. Sabia que los psicólogos se fijaban mucho en el lenguaje físico, en los gestos, en las pausas. Yo no tenía problema en expresarme como si estuviera hablando con un conocido, no temía en absoluto ser analizado, radiografiado o examinado por nadie. Por ella quizás menos aún.

- Luego - volví a hablar aprovechando su silencio- también está la desesperación. En estos tiempos es la mayor asesina de todas. Muere más gente por estar desesperado por una u otra razón que por enfermedades terminales. Incluso muchos de los que están respirando en este momento no se dan cuenta que el estar desesperado los mantiene totalmente cadáveres.

Notaba en su ojos cuanto le gustaba que me extendiera en cualquier discurso. Su bolígrafo parecía tener pilas nuevas cuando mis silencios y monosílabos eran cambiados por frases arrojadas desde mi garganta a su cuaderno.

- ¿Que es lo que menos te gusta de ti?

- Ser tan frágil cuando me expongo a la nostalgia. Echo de menos demasiadas cosas. Creo que la añoranza es un ancla que no te deja caminar libre. Para dar un paso tienes que arrastrarla a duras penas. La nostalgia no se puede camuflar, tu miras a los ojos de alguien directamente y puedes ver cuanta melancolía le aturde el pecho. Tu por ejemplo...

- No. Me interrumpió Sandra.- No hablamos de mí. Dijo como temiendo que mi lengua la analizara.

- Tú por ejemplo- dije acallando su voz y mirando cada parpadeo como si se eclipsara la luna cada vez que cerraba los ojos. - Echas de menos temblar como una niña cuando te suspiran en la nuca.

- Yo nunca he sido una niña y no estamos hablando de mí. Volvió a repetir Sandra, esta vez subiendo el tono de voz para que pareciera más una orden que una sugerencia.

- Es mas fácil conocer a alguien a través de lo que te hace sentir, que intuyendo lo que él siente. Le dije.

El leve tintineo de sus zapatos comenzó su particular concierto, se removió en la silla, buscando una postura mas cómoda.

-  A veces parece que el psicólogo eres tú. Dijo. - Y eso no puedo tolerarlo. Yo debo marcar las pautas.

- Como prefieras. Le contesté. Sabiendo que en ese momento deseaba otra respuesta. Algo menos obediente que siguiera desordenando un poco su capacidad de dominar la situación.

Nos separaba una mesa tan ancha que hacia imposible el roce, tan estrecha que me permitía poder contarle las pecas que le caían como estrellas suicidas desde el cuello a la inmensidad del escote. Eran minúsculas pero brillaban, parecía una carrera por llegar antes a sus senos. Su escote no era atrevido, era más una rebeldía, un "Estoy contenta de ellas pero seria contradictorio fomentar la locura aquí dentro".

- ¿Crees que la nostalgia es la causante de que pierdas el control? ¿De que estés aquí ahora?

- De que pierda el control seguramente, de que esté aquí ahora tienes más culpa tú, que la nostalgia. Le contesté.

- ¿Qué quieres decir? Me preguntó haciéndose la sorprendida.

- Hoy tenía otros planes pero ninguno de ellos se acercaba un poco a la satisfacción de tenerte cerca.

Noté el rubor en su rostro y como camufló una tímida sonrisa detrás de una mueca difícil de clasificar. Como en un intento tardío de que no leyera en sus facciones ni una pizca de placer.

Dijo una vez el viejo julio en el pez ahogado - Para conquistar a una mujer hay que invadir sus tres territorios y en cada uno de ellos poner una mina, que explote si le faltas. Primero el cerebro, segundo el coño y por último el corazón.

Yo no estaba de acuerdo del todo con el orden pero si compartía el cerebro como primer escalón y más importante para que el resto pudiera fluir o incluso resbalar. El cerebro es el atajo más directo que lleva al corazón y el corazón es el camino más seguro para que te abran las piernas.

- Me gustaría que me contaras el principio de todo. Dijo Sandra agarrando el bolígrafo y pasando una hoja de la carpeta para hallar otra en blanco.

Apenas hubo una pausa entre su voz y la mía.

- Nací en un hospital, lo cual para mi madre debió ser mejor que hacerlo en un taxi o en un ascensor, a mi hermana por ejemplo la tuvo en un ford fiesta de los antiguos, en un atasco. Salió disparada como una culebra según me han contado. En cambio mi parto duró once horas, lo cual, bien podía ser una señal de que el dolor y yo iríamos de la mano durante gran parte de mi existencia. Mi madre me dijo que apenas lloré, en cambio la opinión de mi padre era totalmente distinta.
- Llorabas como una nena, tanto, que hasta tuve que mirar si era cierto que tenias pito.
Aprendí pronto a caminar, muy pronto, ayudaron los ataques de lumbago de mi madre y los arrebatos de pereza de mi padre. Pereza que he heredado por cierto. Quizás lo único, no se.

- Alejandro- Me interrumpió Sandra- me refiero al principio de tu dolor, a esa necesidad de hacerte daño, a lo que ha hecho que necesites ayuda externa-  Me dijo con los ojos muy abiertos y con el tono de voz muy leve, como para que entendiera bien lo evidente.

- Eso hago. Le contesté.

Respiró profundamente como si en el aire flotara la paciencia, cruzó las manos sobre la mesa, tenía las uñas pintadas de rosa y un anillo en el anular de la mano izquierda con la cabeza de un buho. Sus dedos eran finos y afilados, como si con ellos pudiera hurgar en el alma de las personas.

- Mi infancia- continúe mientras me acomodaba aún más- no estuvo del todo mal, teniendo en cuenta que odiaba el fútbol y eso me alejaba de la mayoría de los demás niños, por suerte tampoco me agradaba el ballet o estudiar, así que las collejas se la llevaban otros. Me pasé todos los cursos de primaria persiguiendo moscas en el aire y observando la nuca de Neus. Admirando su risa, imaginando que un día me hablaba, me pedía un lápiz o me invitaba a su cumpleaños. Supongo que estaba todo lo enamorado que se puede estar a esa edad y  ella mi presencia la odiaba tanto, como se puede odiar tengas los años que tengas.

- ¿Tú nunca le hablaste? Preguntó Sandra, que había vuelto a coger el bolígrafo y a anotar palabras con la misma velocidad con la que firma un médico.

- ¿Sabes ese juego del conejo de la suerte? ¿Ese que se canta en coro una absurda canción dando palmadas en la mano del compañero de tu izquierda?

Sandra asintió con la cabeza dejándome continuar el diálogo.

- Yo no jugaba nunca, ni siquiera se que me llevó a hacerlo aquel día e incluso sonreír como si fuera divertido. Neus llevaba su vestido blanco, lo que hacia su piel con ese trozo de tela era magia. Una magia de la cual sabes el truco y sin embargo te sigue sorprendiendo aunque lo veas mil veces. A la tercera o cuarta vez que empezó la canción, aquella maldita melodía acabó en mi mano. Todos los rostros se posaron en mí. Sentí como un calor asfixiante se posaba en mi rostro. Me quedé un rato petrificado, un instante que pareció una vida. Me levanté, el cuerpo me pesaba como si cargara una roca en la espalda. En frente estaba Neus, la miré, me miró, di un paso en su dirección, quizás dos, aunque la distancia aun era considerable ¿y sabes que hizo ella? Le pregunté tras una pausa que bien pudo contener un suspiro.

Sandra no dijo nada, se limitó a mirarme compasivamente, como si ya conociera la respuesta.

- Correr. Dije. Corrió como si hubiera visto al diablo, a un espíritu, a un monstruo.Aunque más tarde comprendí que solo vio a un niño feo. El resto del coro reía, creo que no hubo nadie en aquel recreo que no riera aquella mañana. Bueno en realidad si hubo alguien. Aunque imagino que ya sabes quién.

Sandra parecía afectada, como si hubiera pertenecido a aquel círculo y hubiera visto con sus propios ojos todo el ridículo que me aplastó como a un insecto. Como si ella también hubiera reído.

- Te parecerá absurdo- Le dije. Pero todavía algunas noches escucho la canción y la veo corriendo, con su vestido blanco haciendo magia con su piel.

- Luego quemé el colegio con todos los niños dentro y me quedé fuera para ver como ardía. Dije para romper el silencio.

- Como ironía resulta macabra-  Dijo Sandra.

- La negación de un beso no vale un incendio, aunque haya besos que quemen como tal-  Mire sus labios con hambre. -  Aquel día solo me falto un mechero. Volví a ironizar. - Hoy me separa una mesa.
Siempre tan alejado del fuego como ves-

No le dije a sandra que yo no acabé el tercer trimestre. Que no me hicieron repetir curso porque mi madre lloró delante del director del centro. Que pasé medio verano con la esperanza truncada de que me cambiaran de colegio, aunque ello llevara despertarme una hora antes y coger dos autobuses. Que a raíz de aquello y con tan solo nueve años yo cambié mi forma de ser, tenía más odio dentro, respondía con desconfianza a cualquier cosa.Casi me atrevería a decir que dejé gran parte de mi infancia en aquel patio del colegio y que ya nunca volvió. Alcancé estos diez segundos de ira que aún mantengo a esta edad, esos que me convierten en animal y luego en hombre. Diez segundos en los que soy capaz de joder una vida. De golpear a cualquiera o a mí mismo. De romper una puerta de un puñetazo o lanzar un portátil por la ventana. Diez segundos por los cuales siempre llego al arrepentimiento. Por los que tal vez, estoy delante de Sandra. Y seguramente esto último sean lo único bueno que me han llegado a otorgar.


 Ernesto Pérez Vallejo 

lunes, 7 de mayo de 2018

Nostalgia

Puede que a ti se te fueran todas esas ganas pero a mi no, aun pienso en ti todos los dias.
Aun mantengo la esperanza de volverte a ver,abrazarte y nunca dejarte ir.
Puede que pienses que ya tube esa oportunidad pero se que si me amaste tanto como yo a ti nos volveremos a encontrar, nose cuando ni como pero mi corazón dice que mantenga la esperanza.
Se que cuando leas esto tu estarás riendo pero hasta el día de hoy me atreví a decirte lo que pienso,no me importa que te rías pero ya era necesario que lo supieras y que yo sacara ese dolor que llevo dentro por haberte abandonado.
No te escribo esto para que cambies de opinión.
Pd.: Te amo y te extraño mucho

Escrito por:

-Rosa, Medz. | 20 de abril de 2018, 0:27

sábado, 5 de mayo de 2018

Verso corto

tu mirada expresa que me amas
todos los días de mi vida me enamoras vida mía,
todos los días de mi vida, soy tuyo y tu serás mía :)

martes, 1 de mayo de 2018

No vales la pena

No vales la pena!
esas fueron tus palabras,
tan cortantes como una espada
tan hirientes como una bala.

Me dices: No vales la pena,
y a veces creo que tampoco el esfuerzo
haber pedido algo que de cualquier forma vas a hacer
pero que yo no he merecido.

He vivido poco, he amado nada
pero para ti no he salido de mi zona de confort
por eso me has dicho que no valgo la pena
aunque por mucho tiempo lo valió.

Crees que no valgo la pena,
sé que no soy el mejor
puedo esperar todo de cualquiera,
pero al saber lo que piensas hoy
puedo esperar nada de ti
aunque he de decir que ya lo veía venir.

Creo que desde siempre
habías creído que hacer nada era necesario
que todo aquello que querías lo podías tener
y claro que si, así debe de ser contigo
nunca nadie había robado mi cariño
no conocía a nadie que solo le bastara pedir.

Pero sabes, tus amigos siempre han estado contigo
y los has preferido una y otra vez,
cuando muchas de las veces
yo he tenido que perder.

Y puede que porque no valga la pena,
tampoco lo quieras ver,
pero cada día, lo que hicimos para ser felices
con mucho gusto lo volvería a hacer.

Yo creo que el enojo nubló tus palabras
yo creo que el amor dejó de guiar nuestro camino desde hace mucho
yo creo que tus palabras no han sido mal intencionadas
pero con tristeza veo,  que ya no hay nada de aquello
que por mucho tiempo nos unió.

No valgo la pena,
aunque creo que siempre he querido ser mejor,
pero tal vez para ti nunca lo he logrado
y solo ha ganado el dolor.

No valgo la pena
pero tampoco prefiero,
estar con mis amistades
en vez de dedicarte mi tiempo.

No valgo la pena
pero tampoco omito
las cosas que te molestan
ni frente a ti las realizo.

Y sé que no valgo la pena
porque pienses que soy loco y raro
porque en vez de salir a tomar
muchas veces me quedo estudiando.

Pero creo que tal vez por un día
por un momento, si valió la pena
porque por mucho tiempo traté
lo que tu siempre diste por terminado.

Muchos días, muchas horas y muchos años
salidas, guitarras y muchos abrazos
y en vez de creer las cosas como el tiempo las enseña
te hiciste guiar por esos falsos deseos.

Lamento todo, lo lamento mucho
cada pelea, cada altercado y cada grito
cada razón para estar mal y hacernos añicos.

Pero como te dije, así no debería seguir esto
pues por cada vez que nos enojábamos,
poco a poco se desgastaba lo nuestro.

Hoy, me he dejado de ver con ojos malos
aquellos bailes a los que ellos te invitaban
he aprendido a respetar a tus amigos,
y las ganas que tienes de verlos.

Y claro, las cosas que das por hechas
aunque tu tampoco las hagas,
las cosas que siempre pasamos
y dejamos por amargas.

Hoy hemos decidido terminar
algo que tiene varios años,
algo que por mucho tiempo cuidé
y algo que por poco y me deja preso.

Traté de cuidar poco o mucho tus palabras
traté de llevar siempre siempre tu recuerdo
pero al pensar que para ti no valgo la pena
solo se me olvida lo primero.

Yo no sé cómo será la despedida
yo no se mañana, a partir de hoy.

Aprendí, logré, creí, y recuperé mi confianza
algo que tu sabes que te debo a ti
siempre te estaré agradecido mientras viva
aunque un día lo olvides tu.

No creas que estas cosas
fueron así porque si
te hablé con la verdad cuando podía
pero tu no supiste cumplir.

Muchas veces expliqué lo que quería
muchas otras dijiste que sí, (qué fantasía)
hoy entiendo que no valía la pena
y era porque yo no lo merecía.

Y tal vez así sea mejor
y tal vez así no me duela
que aunque sabías lo que quería
tu nunca hiciste nada.

Hoy dejo estas lineas para ti
no con resentimiento
sino más bien con amor,
porque siempre te amé mucho
pero no me supe pedir perdón.

Tal vez no pude superar las cosas
que hace mucho me dolieron
tal vez dejé de creer por completo en el amor
tal vez mis pasos ya eran más serios
pero tu querías algo con mucha más pasión.

Perdí muchas cosas antes de ti
casi pierdo la confianza, perdí la emoción
y aun así lograste encender la llama
de un deprimido corazón.

Sé que igual y me arrepiento de mi decisión
porque igual se que mañana ya no te va a importar
porque también me duele saber
que en uno o dos días, triste ya no estarás.

Y me duele mucho saber eso de antemano,
y es triste de entender
fíjate que desde mucho tiempo atrás
ya era fácil de ver.

Yo espero no arrepentirme,
aunque ya me arrepiento
y desde este momento te pido perdón
por cada cosa mala que he hecho.

Te pido perdón,
por los problemas que hemos tenido
por los días malos
por los ojos con lagrimas
por las promesas sin cumplir
por las llamadas sin realizar
por las equivocaciones con tu nombre
por las salidas que te debo
por las veces que no fuimos al cine
por las cosas que no te compré
por las vidas que nos faltaron vivir
por los abrazos que no te di
por los besos que nos faltaron
por las mentiras
por el dolor.

Por los problemas de vallarta,
que fueron los que me mostraron
que preferías tener a tus amigos
y que yo no importaba por no ser lo mejor.

También te pido perdón
porque la llama se apagó.

Y aunque hoy sé que para ti no valgo la pena
hoy te puedo decir que me sentí querido
tener tanto tiempo invertido
en un mal que tanto me ha dolido..

Siempre serás el resplandor de la mañana
siempre serás lo mejor que te tenido
las cosas que pasamos,
jamás las olvidaré
buenas o malas, son lo que han sido.

Y aunque hoy esto acaba
y tu piensas que nunca comenzó
si crees que no valgo la pena
será un gusto decirte que en este caso
tampoco tenías la razón.

IaC4evr.